viernes, 27 de enero de 2017

Cuando pasé al otro lado del muro, DE W. SUTCLIFFE

Cuando pasé al otro lado del muro, foi o terceira lectura que fixemos no Club de Lectura, e, enn xeral, foi un libro que gustou a todo o grupo. A súa historia, capaz de poñerte a pel de galiña, cunha forma de ser narrada, que fai que te mergulles dentro das súas páxinas... 
 O personaxe que máis nos gustou foi o protagonista, Joshua, pola súa evolución ao longo da historia. Vive en Amarías, rodeada por un muro, e unha casualidade fai que comece a ter curiosidade por esa parede que o rodea, única separación entre él e os "asasinos" do outro lado. Durante a historia, vaise dando conta da cantidade de inxustizas que existen, de que a vida non era como lle facían crer e de que os asasinos non eran tal cousa. Ao outro lado, coñece a un grupo de persoas que cambiarán a súa vida por completo. Farano reflexionar e grazas a eles, o noso protagonista acabará por madurar. 
O personaxe máis detestado por unha unanimidade foi o padrastro de Joshua, unha persoa manipuladora e egoísta, o seu propio ben é o único que lle importa. 
 O final é totalmente inesperado, moi duro, pero, na miña opinión, un dos mellores finais que existen. Faite reflexionar sobre a historia e a apreciar realmente as cousas que temos e que, moi probablemente, non valoramos como deberiamos.
 Recomendo este libro se o que buscas non é un conto de fadas, senón un libro que che conta a crúa realidade no seu máximo esplendor. 
Por  Carlota Varela Adrio 3°ESO

martes, 17 de enero de 2017

Guía de O laboratorio do doutor Nogueira, de A. Fernández Paz

Para ler esta obra de Fernández Paz seguide, queridos lectores, as indicacións que se indican a continuación:
 - Facede unha lectura rápida (non tanto como tedes pensado…) 
- Situádevos no espazo (neste caso Galicia, onde se non)
 - E no tempo: (mergulládevos nun mundo real, pero albiscando sempre un espazo escondido ou apartado (vai ser o laboratorio) que ten o seu propio tempo.
 - Buscade unha fonte de información (a axudante Rosa Novoa)
 - Atopade o conflito a resolver (por que a xente é tan infeliz)
 - E dispoñédevos a aprender co desenlace (non vos dicimos sempre que non existen os superheroes e hai que asumir os errores propios?) 
- E buscade as palabras clave, por exemplo: 
 A de altruismo, ou entrega aos demais (iso pensa Nogueira, que tipo máis testán)
 B de Batman, ese científico benefactor (cuspidiño ao doutor, claro)
 C de clandestinidade, á que se ve arrastrado o xenio por outros científicos (serán celosos os tíos) 
 D de doutor Nogueira, o noso protagonista, un torpe visionario mesiánico (el non o sabe) 
 E de experimentos, para salvar a humanidade (aínda que todos lle saen ao revés) 
 F de fortuna, a que posúe o doutor sen a cal non se pode investigar (dillo aos mandamases do Goberno…) 
 E así ata que vos cansedes…
 Ah, e mentres disfrutades, facede un labor detectivesco: Fernández Paz aparece na súa obra como personaxe (quizais seguindo a estela de Unamuno?). Nada que ver, o escritor chairego co seu guiño cara a nós, os lectores, só procuraba mesturar realidade e ficción, desexando que maxináramos a cotío, porque da vida saen as historias.

domingo, 8 de enero de 2017

La isla del padre, de Fernando Marías

Los recuerdos son como los libros. Solo importan los que permanecen”. Así comienza La isla del padre, de Fernando Marías. Y así es su relato: una hojarasca de recuerdos de infancia, juventud y madurez que tienen como punto de partida la muerte de su padre, Leonardo Marías. Las relaciones paterno-filiales son, por lo tanto, el eje central de la obra. A la trama principal, el autor suma la reflexión sobre el propio acto de escribir, en un concienzudo esfuerzo metaliterario: “las palabras que elijo para contar quién fue mi padre cuentan en realidad quién soy yo”. Fernando Marías va pergeñando remembranzas que habían permanecido en estado de latencia y que, a raíz del óbito de su padre, afloran y se sedimentan en la casa familiar en la que comienza y termina su obra, cerrando una etapa de su vida, enterrada en el monte Pagasarri. Comprendemos así el proceso de escritura de la obra, la novelización de su experiencia vital.
 A los recuerdos desvaídos, difusos, imprecisos…, se añade lo ficticio, lo novelado, por lo que no podemos hablar de pura autobiografía, sino fundamentalmente de ficción. La narración se nos presenta, en ocasiones, confusa porque el lector camina entre recuerdos nebulosos, sin que estos queden lo suficientemente claros como el alcoholismo del hijo apenas sugerido o la estancia del padre en Madrid y en Buenos Aires. 
El libro es un homenaje al padre, sin embargo más que una elegía, es un canto a la vida que compartieron con sus altibajos. El autor idolatra a su padre, marino de profesión y casi siempre ausente por sus largos y, para el niño Fernando, fantásticos viajes, poblados de piratas, maleantes y leyendas. Escribe, en suma, para redimirse del tiempo perdido y no aprovechado con ese héroe misterioso -su padre- que se convierte en su referente vital.
 La evocación conduce al lector a diferentes espacios: al Bilbao natal del escritor, en el que destaca el monte Pagasarri, símbolo de la unión entre padre e hijo; a Lekeitio, donde rememora los veranos de la niñez; y al Madrid de los años setenta, en el que el joven Fernando comienza sus estudios. Los espacios recordados cobran gran importancia en el devenir del relato. En un ir y venir continuo entre Bilbao –ciudad de la infancia- y Madrid –ciudad de la juventud y madurez- el tiempo fluye inexorablemente. Solo el tren en el que recorre este camino se convierte en signo icónico del eterno presente: “en este libro el tren será terreno neutral en la guerra del Tiempo”. Otro espacio de significado vital es la casa familiar de Bilbao, la cual cobra vida, se humaniza a los ojos del escritor: “me ha llamado, ya solitaria, para que escriba aquí. Es ella la que me ha conducido por el pasillo hasta la mesa del pasado donde escribo. Es ella la que ahora me hace ver que soy la última persona que la habitará. Pero solo mientras escriba. Luego, apenas termine este libro, la casa morirá”. Un padre ausente, una casa que se cierra, un libro terminado y una etapa de la vida finalizada. 
 Desde el punto de vista narratológico, el juego de la temporalidad parece un arte. Son continuos los saltos temporales –analepsis, prolepsis- que se suceden a lo largo del relato, mostrándonos esa relación que comienza con el Miedo Mutuo “que desde el primer momento nos tuvimos mi padre y yo”, que impide que abran sus corazones y que gracias al regalo del reloj y al abrazo, a la Revolución Rusa y, sobre todo, al cine acaba desapareciendo para convertirse en complicidad. El cine es uno de los temas que nutren la novela y que forjan la personalidad fantaseadora del niño Fernando, que se convierte en un cinéfilo y en un futuro contador de historias. Por la obra “visionamos” desde La venganza de Ulzana, Grupo salvaje, El puente sobre el río Kwai, Los pájaros, de Hitchcock… hasta series como Bonanza, retrotrayendo al lector maduro a sus recuerdos de infancia y juventud. Vivimos en este sentido un viaje interior con el autor: sus recuerdos son también, en cierto sentido, nuestros recuerdos.